Fascinación Acerca de devocion admirable de los 7 dolores de maria santisima

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Este dolor final es la culminación del duelo de Nuestra Raíz, y el libranza de su dolor cerca de la resurrección prometida.

He conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la ventura eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su consolación y alegría.

Considera, alma piadosa, el tristísimo cuadro de soledad y desolación de María que actualmente se ofrece a tu contemplación, sepultado el sacrosanto cuerpo de Jesús tu redentor. Luego que la dolorida e inconsolable Madre hubo desahogado un tanto la dimensión de su dolor sobre el inanimado cuerpo del Hijo descendido de la cruz, lamentando amargamente el bárbaro estrago que los hijos del pecado habían hecho en aquel cuerpo impecable y adorabilísimo, los piadosos varones José y Nicodemo, tras haberlo embalsamado, suplicaron compasivos a la Origen afligidísima que les permitiese darle sepultura antiguamente que cerrase la noche.

En primer emplazamiento agradecerles que difundan estas devociones para que estemos al cuidado de nuestras almas que tanto lo precisan.

Pero Vos sois madre de misericordia y refugio de los insensatos pecadores: tened, pues, Señora, tened lástima y compasión de mí, que, si hasta ahora he sido rebelde hijo e indigno siervo vuestro, quiero en adelante consagrarme todo a Vos por medio de la fervorosa y compasiva meditación de vuestros acerbísimos dolores, llorando con amargura y vivo arrepentimiento el cruel estrago que he causado en el Intocable cuerpo de vuestro Hijo y en vuestro pecho maternal.

El Rosario de 3 cuentas es una forma de rezar el Santo Rosario que puede ser muy útil para aquellas personas que tienen dificultades para nutrir la concentración o para quienes desean rezar de guisa más breve.

Casto María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, cargado con nuestras culpas, llevando el útil de su propio suplicio de muerte; Él, que Cuadro creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, posteriormente de ocurrir sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo seguro Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para aoraciones honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún longevo sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan ínclito; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor .

Fray Nelson Medina, dominico Doctor en Teología, compartió en su cuenta de YouTube un video en 2020 en el que invita a los católicos a memorar que el dolor de la Madre de Alá al ver a su Hijo en la Cruz va más allá del sufrimiento por sus dolores físicos.

Sin duda María es en el gloria eternamente feliz y no sufre dolor ni tristeza; pero no es insensible, antes aceptablemente alienta siempre al simpatía y la piedad para el desgraciado especie humano, a quien fue dada por Raíz, cuando dolorosa y llorando, estaba al pie de la cruz. Comprenderán los hombres el habla de aquellas lágrimas de María?

“Miro ahora a todos los que viven en el mundo por ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor; mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos.

El dolor cada vez más profundo de nuestra Santa Madre puede haberlo consumido todo mientras sostenía el cuerpo aún tibio de su hijo por última vez.

Tomo la resolución de nunca abandonar tu servicio y de agenciárselas con todas mis fuerzas, la honra y la empíreo que te son debidas.

Asísteme en todas mis acciones, sobre todo en la hora del sufrimiento y en la hora de mi muerte, a fi n de que, viviendo en la constante fi delidad a tu servicio, pueda merecer por la imitación de tus virtudes, participar eternamente de tu felicidad y de tu paraíso en el gloria a posteriori de haberme unido a tus dolores en esta tierra. Triunfadorí sea.

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